Probablemente habrás oído el concepto de juicio rápido en más de una ocasión, ya que se aplica a delitos castigados con determinadas penas privativas de libertad. ¿Pero en qué consiste exactamente esta modalidad de proceso penal? ¿En qué casos concretos se puede aplicar este tipo de juicio? No esperes más. Todo lo que necesitas saber sobre la definición de juicio rápido, a continuación.
¿Qué es un juicio rápido?
El concepto de juicio rápido hace referencia a aquellos procesos penales especiales en los que se procesa, de una forma mucho más ágil y sencilla que en los juicios convencionales, una serie de delitos; concretamente, los delitos castigados con pena privativa de libertad que no exceda los 5 años.
No obstante, para poder efectuar un juicio rápido, es imprescindible que se cumplan los siguientes supuestos:
- Que el proceso penal se haya iniciado con el atestado policial correspondiente.
- Que haya sido la Policía Judicial la encargada de detener a una persona y ponerla a disposición del Juzgado de Guardia.
- Que la Policía Judicial haya sido llamada a compadecer ante el Juzgado de Guardia.
- Que se trate de un delito flagrante (aquel que se ejecuta en el preciso instante) y de carácter sencillo (es decir, de fácil instrucción).
¿Qué delitos acaban en juicio rápido?
Para que tenga lugar un juicio rápido, además de cumplirse los supuestos anteriormente mencionados, los delitos enjuiciados deben inscribirse en alguna de estas categorías:
- Delitos por lesiones, coacciones, amenazas o violencia física o psicológica.
- Delitos por robo o hurto.
- Delitos flagrantes relacionados con la propiedad intelectual (derechos de autor) e industrial.
- Delitos contra la seguridad vial.
- Delitos contra la salud pública.