Si tienes problemas en tu matrimonio y estás pensando en divorciarte, debes saber que existen dos formas de poner fin a la convivencia con tu pareja, con algunas diferencias entre una y otra. Al contrario de lo que muchos creen, no es necesario separarse legalmente antes de solicitar el divorcio. En realidad, se trata de dos soluciones distintas a la crisis matrimonial. Deberás escoger entre una u otra en función de las particularidades de tu caso. ¿No sabes qué diferencia hay entre separación y divorcio? Entonces no dudes en seguir leyendo.
Diferencias entre separación y divorcio
La separación por la vía legal implica el cese de la convivencia por parte de la pareja y la extinción de las obligaciones contraídas cuando se celebró el matrimonio. Sin embargo, la separación no conlleva en ningún caso la disolución del vínculo matrimonial, como sí lo hace el divorcio. Así, desaparece la obligación de convivencia, por lo que cada cónyuge puede establecer su nuevo domicilio donde considere. De igual manera, deja de existir la obligación de ayuda mutua.
Efectos de la separación
Si la separación se desarrolla de mutuo acuerdo, habrá que atenerse a lo que las dos partes hayan plasmado por escrito en el convenio regulador. Hablamos del documento legal, que habrán firmado las dos partes y que regulará las condiciones en caso de que la separación sea amistosa.
Pero la principal diferencia de la separación con respecto al divorcio será, como hemos comentado, que el matrimonio continuará casado. Podrán hacer vidas independientes, pero no será posible que vuelvan a contraer matrimonio con otras personas. En la misma línea, si toman la decisión de reconciliarse, bastará con informar al juez de su deseo de retomar la convivencia y la relación. Por tanto, no habrá que volver a casarse si se solucionan las diferencias conyugales.
En definitiva, si crees que la crisis que existe en tu matrimonio puede solucionarse, o si simplemente no tienes intenciones, de momento, de volver a casarte, lo más lógico es que optes por la separación.
Efectos del divorcio
Si, por el contrario, la crisis es definitiva y consideras que no hay solución posible, seguramente optarás por el divorcio. Desde el año 2005 y con los cambios introducidos en la ley, ya no es obligatorio estar separados antes de pedir el divorcio. La solicitud de nulidad matrimonial se puede obtener directamente, y sus efectos variarán ligeramente respecto a los de la separación.
En primer lugar, el matrimonio dejará de tener validez legal, con las consecuencias que ello conlleva. Habrá que disolver la comunidad de bienes y decidir qué condiciones se aplican en relación con los hijos, el patrimonio o la aportación económica a los gastos comunes. Esto se aplica únicamente en el supuesto de que el divorcio sea amistoso, y se plasmarán todos los acuerdos en el convenio regulador.
Si, por el contrario, el divorcio es contencioso, será el juez el que decida, al dictar la sentencia, cómo proceder respecto a los ámbitos anteriormente citados. Hay que recordar también que, en caso de divorcio, si los cónyuges decidieran retomar la relación, tendrían que volver a casarse si quieren regularizar su situación.
¿Qué tienen en común los procesos de divorcio y separación?
Más allá de las diferencias explicadas, en los casos de divorcio y en los de separación (ya sean de mutuo acuerdo o por la vía contenciosa) encontramos cierta similitud en los requisitos que se exigen para ponerlos en marcha.
Por un lado, independientemente de que te quieras separar o divorciar, tendrán que haber transcurrido un mínimo de tres meses desde que se celebró el enlace matrimonial. También será necesario que recurras a los servicios de un abogado y de un procurador para que el proceso se desarrolle normalmente y con todas las garantías. Esto se aplica igualmente en las separaciones o divorcios de mutuo acuerdo.